Un informe de la empresa de inteligencia Sensity ha revelado que se han creado y compartido en línea imágenes falsas de más de 100.000 mujeres desnudas, generadas artificialmente a partir de fotos de sus redes sociales. Esta tecnología, conocida como "deepfake", utiliza inteligencia artificial para eliminar digitalmente la ropa de las fotografías.
El método de distribución es un bot alojado en la aplicación de mensajería Telegram, donde los usuarios pueden enviar una foto de una mujer y recibir la versión alterada sin ropa en minutos, de forma gratuita. Alarmantemente, el informe señala que algunas de las mujeres afectadas parecían ser menores de edad, lo que sugiere que la herramienta se está utilizando para generar contenido pedófilo.
El funcionamiento del bot de Telegram

Ilustración del proceso de manipulación de imágenes.
A pesar de la gravedad de la situación, los administradores del servicio, que se ocultan bajo el alias "P", defendieron su actividad calificándola de simple "entretenimiento" que no conlleva violencia, argumentando que la baja calidad de las imágenes las hace poco realistas y, por tanto, inútiles para el chantaje.
Aunque afirmaron bloquear a los usuarios que comparten imágenes de menores y que pronto eliminarán todo el material, la decisión final de difundir las fotos falsas recae en quienes las crearon. Tanto Telegram como la red social rusa VK, donde el bot fue ampliamente promocionado, no han respondido a las solicitudes de comentarios.
Impacto en las víctimas y respuesta legal
Expertos como Nina Schick señalan que las leyes van rezagadas respecto a la tecnología. El número de videos deepfake pornográficos se duplica cada seis meses, y el impacto en las víctimas es devastador, sintiéndose violadas y humilladas.
Sensity reportó que entre julio de 2019 y 2020, unas 104.852 mujeres fueron afectadas. Su investigación encontró que algunas imágenes eran de menores, lo que sugiere un uso para generar contenido pedófilo. El bot fue promocionado en la red social rusa VK, con mayoría de usuarios de Rusia y países exsoviéticos.
Mientras Virginia (EE.UU.) prohibió los deepfakes, las leyes británicas fueron criticadas por ser obsoletas y confusas. La lucha contra esta tecnología avanza lentamente mientras el problema continúa creciendo.