La operación para extraer a María Corina Machado de Venezuela comenzó en la más absoluta clandestinidad, una trama tejida durante meses bajo la sombra de un régimen que la declaraba fugitiva y prometía encarcelarla si intentaba salir. El plan, descrito por quienes lo conocen como "propio de una película de Hollywood", movilizó recursos militares y de inteligencia de una escala sin precedentes para una misión de este tipo.
Todo se inició con un equipo de la CIA que, con la cooperación crucial de funcionarios de inteligencia venezolanos desleales al régimen, logró trasladar a Machado desde su escondite hasta un punto remoto en las costas del estado Falcón. Para confundir a los cuerpos de seguridad del Estado, como el SEBIN y la DGCIM, se desplegó una ingeniosa estrategia de desinformación. Se planearon tres posibles salidas marítimas, pero solo una era real; las otras, en Puerto Cabello y Ocumare de la Costa, eran señuelos. Incluso entre los operadores, nadie sabía con certeza cuál sería la ruta final, una medida extrema para asegurar el secreto.
La Travesía del Caribe
En la playa seleccionada, una embarcación militar operada por marinos estadounidenses aguardaba en la oscuridad. En el preciso instante en que Machado abordaba, el mar Caribe, ya tenso por el despliegue militar estadounidense en la zona, se transformó en un escenario de disuasión abierta. Por orden directa del presidente Donald Trump y del secretario de Defensa, Pete Hegseth, cazas F-18 despegaron del portaaviones USS Gerald R. Ford para patrullar el espacio aéreo entre Venezuela y Aruba. Su instrucción era contundente: derribar cualquier aeronave del régimen que intentara interceptar la operación. Un dron de reconocimiento, bautizado "Siete Estrellas", vigilaba desde las alturas, protegiendo el trayecto de cualquier amenaza identificada desde la base aérea Rafael Urdaneta.
El viaje por mar fue una prueba de resistencia. Fuertes vientos y un océano agitado zarandearon la embarcación, poniendo a prueba los nervios de todos los involucrados. Ya cerca de Curazao, un helicóptero de la armada holandesa, identificado como Silverback, descendió hasta rozar las embravecidas olas para realizar un peligroso trasbordo en alta mar. Machado, equipada con un salvavidas, ascendió por una escalera hacia la aeronave mientras los cazas estadounidenses continuaban su vigilancia. Agotada y mareada por la tensión y el mal tiempo, fue llevada a la base militar estadounidense en Willemstad, Curazao, donde recibió atención médica. Su estado obligó a posponer el viaje inmediato a Noruega, confirmando así que no llegaría a tiempo para la ceremonia de entrega del Nobel.
La Llegada a Oslo
El tramo final de su viaje se realizó a bordo de un avión ejecutivo Embraer Legacy 650 con registro mexicano (XA-FUF), que partió desde Curazao. Bajo estrictas medidas de seguridad, María Corina Machado aterrizó en Oslo en la madrugada del 12 de diciembre de 2025. Horas antes, en la ceremonia oficial, su hija, Ana Corina Sosa, había recibido el premio en su nombre con un emotivo discurso que honraba la lucha del pueblo venezolano.